Rusia subcontrata una granja de trols en Ghana para influir en Estados Unidos
Estados Unidos decidirá en noviembre si Donald Trump sigue de presidente. Mientras las campañas se preparan, otro protagonista de las últimas elecciones parece buscar nuevas maneras de influir. Facebook y Twitter han anunciado este jueves que suspendían 69 páginas y 49 cuentas de Facebook, 85 cuentas de Instagram y 71 de Twitter. Su origen y tipo de operación llevaba el sello ruso, pero las páginas se gestionaban desde África.
Facebook vincula esos ciudadanos rusos a la Internet Research Agency (IRA), que fue la organización responsable de la campaña en Estados Unidos de 2016 desde San Petersburgo. La IRA está financiada por Yevgueni Prigozhin, conocido como el cocinero del Kremlin.
La operación cumple los requisitos de una subcontratación para sortear la vigilancia de las plataformas. Los 16 miembros que trabajaban en la granja de bots dependían de una ONG llamada EBLA (Eliminado Barreras para la Libertad de África, en sus siglas en inglés). Su sede estaba a una hora de Accra, la capital de Ghana, en una zona residencial, y su jefe era un tal señor Amara, de Sudáfrica. Amara era, en realidad, un ghanés llamado Seth Wiredu, que hablaba en ruso porque vivió durante años en Rusia.
El descubrimiento de esta red se inició en paralelo por Facebook y la CNN. La cadena estadounidense es, de hecho, la que ha destapado el tinglado de Wiredu en Ghana. En el vídeo se le ve conduciendo un magnífico Mercedes rojo. Según la investigación, Wiredu era aparentemente el único de la granja que conocía los motivos exactos de su trabajo.
Las cuentas tenían como objetivo crecer su audiencia entre la comunidad afroamericana en Estados Unidos. La CNN logró entrevistar a una de las chicas encargadas de gestionar cuentas, que reconocía su esfuerzo en ganar seguidores. La repetición de posts virales sobre problemas con la policía o denuncias históricas de la comunidad afroamericana era central para aumentar su difusión.
La campaña estaba sacada del librillo de operaciones ruso, según Darren Linvill, profesor de la Clemson University, que ha colaborado con la CNN en su trabajo. Además de postear en sus propias páginas, las cuentas colgaban contenido propio en páginas ya establecidas, como Black Lives Matter, para fomentar discordia. No está claro si iban a inmiscuirse directamente en la batalla electoral o si su labor era solo perjudicar la convivencia.
Además de la base en Ghana, con sus 16 empleados que trabajaban con un móvil alrededor de una mesa, EBLA tenía otros 8 trabajadores en Nigeria. La supuesta ONG llegó a poner incluso un anuncio en LinkedIn para contratar alguien en Carolina del Sur, Estados Unidos. No en vano, el paso último de estas campañas es conseguir que los mismos estadounidenses sean quienes hagan el trabajo de influir en sus compatriotas ignorando que lo hacen en nombre de Rusia.
El alcance de estas páginas era de 13.200 cuentas que les seguían o habían dado a me gusta en Facebook, de 265.000 en Instagram, 65% de las cuales estaba en Estados Unidos. Las cuentas de Twitter tenían 71.000 seguidores.
La operación no presentaba excesiva sofisticación: la web de EBLA tenía aún palabras en latín (se trata de un texto de relleno habitual al maquetar páginas que empieza con el clásico lorem ipsum), una de las fotos de esa web tenía incluso créditos escritos en ruso o las localizaciones de las cuentas en Twitter estaban en algún caso aún en África. Pero nada de eso impide su éxito ni influencia.
Facebook, Instagram y Twitter suspenden 274 cuentas con cientos de miles de seguidores que pretendían influir en la comunidad afroamericana